Artesana alfarera, con largo acervo familiar en el rubro y heredera de una tradición local que posiciona a Pomaire como una de las zonas más reconocidas por sus artefactos de greda, en la Región Metropolitana.

Aprendió el oficio de su madre a los 7 años, primero puliendo las piezas y, luego, desde los 10 años ya realizando sus primeros artefactos, los que vendía aportar para la economía familiar.

Su especialidad son las miniaturas -como aros y cuelgas de teteras, vasijas con carita de chanco, mates y ollas, entre otras- las que miden entre dos a tres centímetros y que moldea a mano; lo que revela el total manejo de las técnicas tradicionales alfareras, dada la dificultad que tiene la realización de cada pieza.

El proceso de trabajo parte en verano, período del año que permite el trabajo con la greda colada, que consiste en el uso de la greda en estado líquido, la que se va pasando por diversos tiestos, hasta conseguir una greda cremosa, libre de impurezas.

Con este material se moldea cada pieza diminuta a mano, las que luego se cuecen junto a los artefactos grandes, pero en la parte alta de horno.